Con un travesaño y
un poste de la máquina, el clásico joven se queda sin dueño, en un empate a cero goles.
Mucho se especulaba
respecto al encuentro entre azulcremas y celestes en el Coloso de Santa Úrsula
y, aunque tanto la escasez de anotaciones como la repartición de puntos pueden
dejar un mal sabor de boca en los aficionados, un pequeño análisis del partido
puede hacerlo un poco más de nuestro agrado.
En primera instancia, hubo
algunas jugadas de peligro que levantaron a más de uno de su asiento: el
disparo cruzado que Elías Hernández prende de volea, el cabezazo de Cauteruccio
que pega en el travesaño, o el remate de Alvarado que se estrella en el poste
americanista en la última jugada de la primera mitad; así como algunas no tan
claras, por ejemplo, el tiro libre de Renato Ibarra que mete en pequeñas complicaciones al arquero, o la descolgada de Ibargüen
quien, tras dos recortes, hace un tiro raso que termina en las manos de “Chuy”
Corona.
Sin embargo, el aparato ofensivo no fue lo único
que relució en el encuentro, sino que los zagueros también hicieron un gran
trabajo con cortes defensivos oportunos, por aire y a nivel de pasto (como
la arriesgada pero necesaria barrida de Bruno Valdez al número siete celeste
dentro del área), mismas que permitieron que las porterías de ambas escuadras terminaran en ceros.
Quizá se esperaba más de este enfrentamiento. ¿Cuál habría sido el marcador ideal? ¿Merecía Cruz
Azul el triunfo? ¿Quién se beneficia más con el empate? ¿Las águilas se van
contentas tras recuperar el liderato con la distribución de puntos en el
Azteca? ¿Cruz Azul ganó un punto o perdió dos?, ¿y el América?
En fin, a algunos les agradó el encuentro y a
otros no tanto; lo cierto es que vimos a dos plantillas brillantes y ordenadas
que, además de buscar hacer daño, supieron contener al equipo rival jugando de
manera inteligente; dos escuadras con calidad de finalistas que, con mucho gusto, seguramente
veremos en las últimas instancias de liguilla.

Comentarios
Publicar un comentario